Crónicas Guatemaltecas
Mi
Camino a Santiago Atitlan.
Preámbulo.
En Diciembre del 2010 viajé a Guatemala para pasar las
Navidades junto mi hijo, mi nuera y mi nieto Guillem. En aquellas
fechas, un proyecto de futuro por parte de mi hijo estaba en marcha.
Aquel
proyecto no se materializo, pero queda en aquel hermoso país
centroamericano parte de mi ser.
Aprovechando
la circunstancia del viaje, me planteé hacer un Camino particular a
Santiago de Atitlan, con la idea de llegar a esta villa santiaguera
como si de un peregrinaje se tratara, con todas las diferencias
existentes entre nuestro Camino y este que iba a iniciar.
Existe una gran devoción en Guatemala a Santiago apóstol, que desde la conquista se implanto en el país, dando nombre a la primera ciudad que se edifico, Santiago de los Caballeros de Guatemala, el 25 de julio de 1524, día del santo apóstol, por Pedro de Alvarado, trasladándose el 22 de noviembre de 1557 al valle de Almolonga, al pie del volcán de Agua. Con el nombre actual de La Antigua desde el traslado de la capital a la ciudad de Guatemala, es desde 1979 declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.
Ofrenda de España. |
Y
es esta devoción a Santiago, la que me animo a hacer este mi
particular y propio Camino a Santiago
de Atitlan,
ciudad maya sobre el
lago que le da nombre, y con su Iglesia dedicada al Santo Patrón.
Dedique
a este camino seis etapas, siendo hechas sobre diferentes medios de
transporte, ya que el andar por las carreteras y caminos del país es
inviable por diferentes circunstancias, esencialmente las de
seguridad, y que terminó siendo un encuentro con nuestro Camino
de Santiago, por las
circunstancias que en él, y sorprendentemente, encontré.
La
primera etapa la dedique
a la capital, Guatemala
City, a visitar la
catedral de Santiago y el conocimiento de la ciudad.
La
segunda etapa es la del
traslado a La Antigua,
y su iglesia dedicada a San José, pero con clara influencia
histórica y religiosa a Santiago apóstol, en sus calles, sus
plazoletas y en la misma iglesia, antigua Catedral de Santiago de los
Caballeros.
La tercera etapa de este
particular camino, es la de llegar a Chichicastenango,
ya en el altiplano, y la visita a la iglesia de Santo Tomas, con la
influencia del sincretismo maya en sus oficios, tantos externos, a
pie de la escalera que lleva a la entrada, como en el interior del
templo.
En esta parroquia tan alejada y distante con el Camino, ya
empecé a encontrarme con estas coincidencias que me llenaron de
espíritu peregrino.
La cuarta etapa fue la de llegar a Panajachel, ciudad a orillas del lago de Atitlan, enfrente de Santiago de Atitlan, al otro lado del gran lago, en medio de los volcanes que lo rodean. En esta población de Panajachel, como si al irme acercando a mi destino final se fueran acentuando los encuentros jacobeos, otra ¿coincidencia? me lleno de emoción, ampliando si cabía el estar seguro ya de estar en el Camino.
Y
la quinta etapa, fue la
de llegada a Santiago de
Atitlan, al otro lado del
lago, población maya, y con la iglesia de Santiago
Apóstol, mi destino de
peregrinación. Tanto en la iglesia como en el exterior, la imagen
jacobea era presente, tanto en su aspecto religioso como en el civil,
con el colorido que dan los mayas a los ropajes de las estatuas
representadas.
Y
en la parroquia de Santiago
Apóstol, fundada en el
año1547, final de mi peregrinación, encontré la mayor de las
coincidencias con nuestro Camino de Santiago, no pudiendo dejar de
emocionarme hasta que las lágrimas me embargaron, y hasta el
asistir, con esta devoción laica que profeso, a la correspondiente
misa y comunión peregrina.
Todas
estas experiencias y encuentros intentaré narrarlos del mejor modo
posible, acompañando de las imágenes que ya han quedado dentro de
mi corazón.
Y el convencimiento de haber hecho MI
CAMINO A
SANTIAGO
de
ATITLAN,
Guatemala.
No
podía dejar de llegarme al Finisterre, a nuestra Fisterra, siendo
esta mi sexta etapa,
que en el caso de este país se encuentra en las arenas de la costa
del Pacífico, en Monterrico,
y extasiarme, cumpliendo lo establecido, con la maravillosa puesta de sol sobre este lejano
Océano, tan bravo a pesar de su nombre, y con sus frías aguas, como
las de nuestro Atlántico gallego, sobre el cabo añorado, ahora más
que nunca, de Fisterra.
Y
el recuerdo siempre del "Ultreia,
Suseia,"
¡ animo, mas allá, mas
lejos…!
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