viernes, 5 de julio de 2013

Mi Camino a Santiago Atitlan. 3ª etapa. (2ª parte)

Mi Camino a Santiago Atitlan.
3ª etapa. (2ª parte)


  
Crónicas Guatemaltecas


CHICHICASTENANGO. (continuación)





Andando hacia el Parque Central, (plaza mayor), a través de la multitud de gentes que pululan por las calles, ofreciendo unas su mercancía y las otras regateando el precio de las mismas, llego al pie de las escaleras que suben a la iglesia de Santo Tomas.

 





















 
El templo, de una austeridad total en su interior, solo destacan las figuras de los Santos, representados vestidos con indumentaria maya, llena de colorido y tipismo. El colorido, el humo del copal, el calor humano y la máxima devoción y los sacrificios de los ofertantes, hacen encontrarse en un lugar único, donde la religión se mezcla con las antiguas y milenarias creencias mayas.
Es una lástima la prohibición de fotografiar el interior, que respeto totalmente, no por parte de la iglesia, sino por no ofender ni ir en contra de sus creencias a los que están con sus ofrendas de flores y frutas a sus particulares dioses, con nombres de santos cristianos.
Salgo en busca de la rectoría, justo en el patio interno de la parroquia, para presentarme con mi historia peregrina, y tengo que hacer cola en la misma, ya que cantidad de fieles esperan poder ser recibidos por el vicario, para su confesión.
El vicario, un joven sacerdote de no mas de los treinta años, Don Luis, me recibe llegado mi turno, y mientras avanzo contando mi historia peregrina a Santiago de Atitlan, veo que sus ojos empiezan a brillar de un modo diferente.

Su interés es evidente, y no tiene problema alguno, antes al contrario, de sellar las dos credenciales que me quedan, y de que le hable del Camino de Santiago.

El tiempo pasa, y preocupado por la cola de confesantes, inicio mi despedida, cuando tomándome por el brazo, Don Luis me dice, entre una timidez y un orgullo: 
 “Yo he estado en Logroño, hace un par de años, en la parroquia de Santiago, y llegando hasta  Najera, haciendo una jornada de Camino".


El compañerismo peregrino, se funde con un abrazo, y con los ojos húmedos, ahora por parte de los dos, me despido de él, y al partir y dejarlo siguiendo con su labor, oigo a mi espalda la frase que me hace, ahora, llorar a lágrima tendida:

Buen Camino, Armand…”

Ahora, ya en la plaza, me dedico al turismo, a decir que no a la multitud de niños vendedores, de limpiabotas, de mendigos, y a regatear los pequeños precios de las baratijas que me ofrecen. Y una vez conseguido el mínimo precio, tras largos y duros regateos, pagar la cantidad de Quetzales que pedían en un principio, ya que la diferencia final, no pasa del Euro. En una zona del país donde llegar a ganar los 100€ mensuales es ya una fortuna, el regateo es puro formalismo.
 

Me quedo a “platicar” con un chaman, algo pasado del licor que toman para avivar el fuego de los sacrificios, y amablemente se me deja fotografiarlo, yendo en contra de sus propias creencias. Claro que algún quetzal me cuesta.


 
Muchachos con camisetas del Barça, omnipresentes por todos los lados del país, al conocer mi condición de barcelonés, se me ofrecen para que los inmortalice, cosa que con gusto hago para la posteridad.
Cubiertas mis necesidades de compras, me he gastado en total cinco €, y ya dirigiéndome a comer al Hotel donde he decidió hospedarme, se me acercan don niñas mayas, pidiéndome que les compre algo. A mi negación, y con una gran simpatía, no exenta de un fino descaro infantil, me dice la mayor: “Pues nos compras dos raciones de pollo frito, que aún no hemos comido…”
La tienda del “pollo campero”, siempre presente, esta a nuestro lado.

Dos raciones de pollo, al cambio 2,-€, hacen feliz a mis nuevas amigas, Wendy y Tomasa, que en agradecimiento me dan su número de teléfono, (la tecnología no esta ausente), para que las llame a mi regreso a España.




 
En el Hotel Santo Tomas, un magnífico edificio colonial, y en los pasillos de sus balconadas sobre el patio central, cantidad de figuras de santos.

Me paro frente a una, de un personaje a caballo, que me llama la atención. A la pregunta de a quien representa, la respuesta que ya esperaba.

El apóstol Santiago”




 












 
Mañana va a ser un día duro. El viaje a Panajachel, a unos 40 kilómetros, junto al lago Atitlan, va a tener sus dificultades de transporte. Informado de la imposibilidad de bus directo, el plan de ruta que me ofrecen es complejo.
Pero esta es otra etapa de mi Camino a Santiago de Atitlan.


Y mi encuentro con el Camino, en la Iglesia de Santo Tomas, junto al vicario, hizo que estuviese en realidad en El Camino.
SI, El Camino continúa presente.


Y el recuerdo siempre del "Ultreia, Suseia," ¡…animo, más allá, más arriba…!
 

1 comentario:

  1. Increible aquella historia del joven párroco y de esas imagenes en las escalinatas de su iglesia. Y como no, esa necesidad de pedir para comer de un país pobre. Incluso con la crisis vivimos bien.

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YO MISMO

YO MISMO
DESCANSO EN EL CAMINO